22 de abril de 2013

Escuelas de Convivencia - 2da parte






Escuelas de Convivencia


Por Luis Alberto Warat

2da. Parte






Por intermedio de las Escuelas de Convivencia (EC) las personas podrán ser ayudadas para que entiendan las jugarretas de la agresividad y la violencia, que a lo largo de la historia el mundo se instaló y montó, las diversas cartografías de la geografía emocional (subjetividades) articuladas con marcas geográficas. Además poder comprobar  las  trampas de la dominación neoliberal o de la dominación derivada de las formas ortodoxas del marxismo, que todavía nos afectan y ayudar a las personas a defenderse de la violencia del Estado (no importa su forma) ejercitada contra la fuerza vital latente en lo popular y callejero, mecanismos de fuga contra el suave totalitarismo y la violencia con que se expresan hoy las ilusiones democráticas.

Las EC, pretenden ayudarnos a enfrentarla reflexionando de una manera nueva sobre el poder, el Derecho, la justicia, tratando de  mantener, a los excluidos de siempre alejados de las formas desmedidas de discursos, representaciones y creencias auto-reproductoras, que se multipliquen a si mismas hasta el infinito, renaciendo una y mil veces sobre sus propias cenizas, explorando reducciones temerarias, recomponiendo insistentemente, antiguas arenas donde podamos enfrentarnos a los  gladiadores sin convicciones ni hambre de afectos. Michel Mafessoli dice que es en la efervescencia que una comunidad fortalece el sentimiento de si misma, su capacidad de resistencia y de elaboración continua de su propia vitalidad.

Escuelas como espacios de transmutación de la violencia en una radical afección a la afectividad social, adquiriendo una razón sensible, remitiéndonos a una afectividad teórica abierta y enriquecida por lo cotidiano y lo popular, por lo lúdico y lo colectivo, ultrapasando la identidad por medio de corrientes de subjetividades e identificaciones  múltiples. Aprendiendo que los sueños están bien lejos de las fantasías indefinidas e idealizadoras: el elogio a las ilusiones concretas con el otro. La potencia social que renace como forma de resistencia a la violencia que permanece inscripta en las diversas abstracciones burocráticas del Estado hasta la dulce cama de los amantes que no pueden escapar del romanticismo que los mantiene prisioneros. La transfiguración de la violencia por la transfiguración de lo político, lo jurídico, lo cultural  y lo afectivo.

Las EC tratarán de fortalecer la existencia de los que van quedando social y existencialmente mas vulnerados a través de lo que se podría llamar formas de resiliencia terapéutico-educativas (una pedagogía de la resiliencia), en el sentido de ayudara los individuos y a los colectivos a encontrar elementos de resistencia y fortalecimiento, ayudándolos a producir brechas o a encontrarlas como tablas de un naufragio a las que debemos aferrarnos para llegar a alguna tierra firme. Muchas de esas brechas son suscitadas por la propia tecno estructura de dominación, que  son el habla escuchada, la explosión de la risa, la alegría, la fiesta, el encuentro con las formas estéticas, la necesidad de impregnar de poesía al propio cuerpo y a los actos del cotidiano; en fin todo lo que permite exprimir el deseo, el gozo, el amor, lo colectivo, lo tribal, lo dionisíaco en sus variadas formas de manifestarse.
La carnavalización de lo cotidiano como forma global de la resiliencia Todas formas para fundamentar lo social y regenerarlo ritualmente y con eso fortalecer las subjetividades integradas, la cartografía de lo colectivo.

Las EC nos ayudarán a aprender a encontrar nuestra potencia y la potencia de lo social como forma de fortalecernos y enfrentar al poder y las mismas facilitarán la ampliación desde lo popular y callejero, la concepción de lo político, mostrando las brechas y los puntos de fuga de una concepción reducida de lo político que lo ve como lucha por el poder El campo de lo político es ampliado a la estructuración societaria y restituido a su dimensión múltiple que desborda al poder.

Las Escuelas enseñarían a carnavalizar el cotidiano como forma de resistencia al `poder. En esa carnavalización el lugar del poder queda vacío y es ocupado por la potencia de lo individual inscripto en la otredad .Lo que trascurre en este espacio es la recuperación del habla escuchada., La anulación de la relación habla escucha es fundamental para establecer la dominación. Hablar siendo escuchado tiene un poder revolucionario, impresionante, una energía subversiva molecular de efectos devastadores para lo que hoy esta puesto como dominación. Los que hablan en la actualidad y tienen derecho para ello son los sacerdotes de la opinión pública y los capataces de la digna voz de la majestad. Ellos castran las voces callejeras convirtiéndose en verdaderos zares de la comunicación social. Establecen el imperio de la voz social y/o diaria. Ese imperio necesita ser enfrentado, conformado de múltiples maneras que en su conjunto devuelvan al pueblo el dominio de la comunicación social y de sus propias voces. Es  lo en términos generales se podrá llamar periodismo callejero y de medios de comunicación social callejeras, pero que por el momento solo tienen tibias manifestaciones fragmentadas. Las EC deberían fomentar la creación de esos medios de comunicación social callejeros, no solo creando un periodismo alternativo, sino y fundamentalmente explotando al máximo el valor comunicacional de lo poético y de las artes en general. La propuesta del “Cabaret Macunaíma”· del que formo parte, responde a esa necesidad. 

El trabajo en las EC deberían también estar prioritariamente centrado en la niñez y la adolescencia, en ese capital social llamado niñez y adolescencia que implica el cuidado, la escucha, el estímulo que hablen, ejerciten su voz., también el acompañamiento y valoración de las capacidades y posibilidades de desarrollo y la ayuda para la toma de conciencia de su dignidad como personas, realizando los valores del espíritu que permiten que la familia, la escuela, la comunidad toda gocen de mayor armonía.


En definitiva, las Escuelas de Convivencia y las practicas de resiliencia apuntan a dejar el rol de perseguidos y  atacar de frente al enemigo. Luchar contra las mil caras del monstruo de la violencia totalitaria y sus guardaespaldas: la exclusión y la pobreza.

Pero así como para poner en marcha un proceso de desarrollo requiere descubrir potencialidades que puedan ser aprovechadas en beneficio de la colectividad, tenemos que también que descubrir el desarrollo endógeno personal, (diría como fuerza de expresión) y encontrar nuestros potenciales no explorados, nuestras playas y mares interiores  sin vías de acceso, es decir explorarnos con elementos de resiliencia para fortalecernos y volver caras a nuestra propia vida.
Así el enemigo llamado violencia puede comenzar a sentir la derrota. Una inserción endógena en lo colectivo, que es otra esperanza para quebrar la racionalidad  del centralismo estatal -burocrático como forma de comenzar a repensar la relación entre poder político y potencia social.


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