Por Luis Alberto Warat
2da. Parte
Por intermedio de las Escuelas de
Convivencia (EC) las personas podrán ser ayudadas para que entiendan las jugarretas
de la agresividad y la violencia, que a lo largo de la historia el mundo se
instaló y montó, las diversas cartografías de la geografía emocional (subjetividades)
articuladas con marcas geográficas. Además poder comprobar las
trampas de la dominación neoliberal o de la dominación derivada de las
formas ortodoxas del marxismo, que todavía nos afectan y ayudar a las personas
a defenderse de la violencia del Estado (no importa su forma) ejercitada contra
la fuerza vital latente en lo popular y callejero, mecanismos de fuga contra el
suave totalitarismo y la violencia con que se expresan hoy las ilusiones
democráticas.
Las EC, pretenden ayudarnos a
enfrentarla reflexionando de una manera nueva sobre el poder, el Derecho, la
justicia, tratando de mantener, a los
excluidos de siempre alejados de las formas desmedidas de discursos,
representaciones y creencias auto-reproductoras, que se multipliquen a si
mismas hasta el infinito, renaciendo una y mil veces sobre sus propias cenizas,
explorando reducciones temerarias, recomponiendo insistentemente, antiguas
arenas donde podamos enfrentarnos a los
gladiadores sin convicciones ni hambre de afectos. Michel Mafessoli dice
que es en la efervescencia que una comunidad fortalece el sentimiento de si
misma, su capacidad de resistencia y de elaboración continua de su propia
vitalidad.
Escuelas como espacios de
transmutación de la violencia en una radical afección a la afectividad social, adquiriendo
una razón sensible, remitiéndonos a una afectividad teórica abierta y
enriquecida por lo cotidiano y lo popular, por lo lúdico y lo colectivo,
ultrapasando la identidad por medio de corrientes de subjetividades e
identificaciones múltiples. Aprendiendo
que los sueños están bien lejos de las fantasías indefinidas e idealizadoras: el
elogio a las ilusiones concretas con el otro. La potencia social que renace como forma de resistencia a la
violencia que permanece inscripta en las diversas abstracciones burocráticas
del Estado hasta la dulce cama de los amantes que no pueden escapar del
romanticismo que los mantiene prisioneros. La transfiguración de la violencia
por la transfiguración de lo político, lo jurídico, lo cultural y lo afectivo.
Las EC tratarán de fortalecer la
existencia de los que van quedando social y existencialmente mas vulnerados a
través de lo que se podría llamar formas de resiliencia terapéutico-educativas
(una pedagogía de la resiliencia), en el sentido de ayudara los individuos y a
los colectivos a encontrar elementos de resistencia y fortalecimiento, ayudándolos
a producir brechas o a encontrarlas como tablas de un naufragio a las que
debemos aferrarnos para llegar a alguna tierra firme. Muchas de esas brechas
son suscitadas por la propia tecno estructura de dominación, que son el habla escuchada, la explosión de la
risa, la alegría, la fiesta, el encuentro con las formas estéticas, la
necesidad de impregnar de poesía al propio cuerpo y a los actos del cotidiano;
en fin todo lo que permite exprimir el deseo, el gozo, el amor, lo colectivo,
lo tribal, lo dionisíaco en sus variadas formas de manifestarse.
La carnavalización de lo cotidiano
como forma global de la resiliencia Todas formas para fundamentar lo social y
regenerarlo ritualmente y con eso fortalecer las subjetividades integradas, la
cartografía de lo colectivo.
Las EC nos ayudarán a aprender a
encontrar nuestra potencia y la potencia de lo social como forma de
fortalecernos y enfrentar al poder y las mismas facilitarán la ampliación desde
lo popular y callejero, la concepción de lo político, mostrando las brechas y
los puntos de fuga de una concepción reducida de lo político que lo ve como
lucha por el poder El campo de lo político es ampliado a la estructuración
societaria y restituido a su dimensión múltiple que desborda al poder.
Las Escuelas enseñarían a
carnavalizar el cotidiano como forma de resistencia al `poder. En esa
carnavalización el lugar del poder queda vacío y es ocupado por la potencia de
lo individual inscripto en la otredad .Lo que trascurre en este espacio es la
recuperación del habla escuchada., La anulación de la relación habla escucha es
fundamental para establecer la dominación. Hablar siendo escuchado tiene un
poder revolucionario, impresionante, una energía subversiva molecular de
efectos devastadores para lo que hoy esta puesto como dominación. Los que
hablan en la actualidad y tienen derecho para ello son los sacerdotes de la
opinión pública y los capataces de la digna voz de la majestad. Ellos castran
las voces callejeras convirtiéndose en verdaderos zares de la comunicación
social. Establecen el imperio de la voz social y/o diaria. Ese imperio necesita
ser enfrentado, conformado de múltiples maneras que en su conjunto devuelvan al
pueblo el dominio de la comunicación social y de sus propias voces. Es lo en términos generales se podrá llamar
periodismo callejero y de medios de comunicación social callejeras, pero que
por el momento solo tienen tibias manifestaciones fragmentadas. Las EC deberían
fomentar la creación de esos medios de comunicación social callejeros, no solo
creando un periodismo alternativo, sino y fundamentalmente explotando al máximo
el valor comunicacional de lo poético y de las artes en general. La propuesta
del “Cabaret Macunaíma”· del que formo parte, responde a esa necesidad.
El trabajo en las EC deberían también
estar prioritariamente centrado en la niñez y la adolescencia, en ese capital
social llamado niñez y adolescencia que implica el cuidado, la escucha, el
estímulo que hablen, ejerciten su voz., también el acompañamiento y valoración
de las capacidades y posibilidades de desarrollo y la ayuda para la toma de
conciencia de su dignidad como personas, realizando los valores del espíritu
que permiten que la familia, la escuela, la comunidad toda gocen de mayor armonía.
En definitiva, las Escuelas de Convivencia
y las practicas de resiliencia apuntan a dejar el rol de perseguidos y atacar de frente al enemigo. Luchar contra
las mil caras del monstruo de la violencia totalitaria y sus guardaespaldas: la
exclusión y la pobreza.
Pero así como para poner en marcha un proceso de desarrollo requiere descubrir potencialidades que puedan ser aprovechadas en beneficio de la colectividad, tenemos que también que descubrir el desarrollo endógeno personal, (diría como fuerza de expresión) y encontrar nuestros potenciales no explorados, nuestras playas y mares interiores sin vías de acceso, es decir explorarnos con elementos de resiliencia para fortalecernos y volver caras a nuestra propia vida.
Así el enemigo llamado violencia
puede comenzar a sentir la derrota. Una inserción endógena en lo colectivo, que
es otra esperanza para quebrar la racionalidad
del centralismo estatal -burocrático como forma de comenzar a repensar
la relación entre poder político y potencia social.
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