En el siglo XVIII Federico Barbarroja quiso saber que ocurriría con un grupo de niños a quienes se les cubrirían sus necesidades básicas de tipo biológico, higiénicas, atenciones físicas… pero toda esa clase tareas debían desarrollarse en silencio, sin hablarles.
Barbarroja
pretendía saber que idioma hablarían los niños a quienes se criaban en
silencio. Que ocurrió? Todos murieron.
El niño necesita además de ser atendido en sus necesidades básicas, afecto. Necesita vitalmente amor, comprensión, una lengua materna que trasmita ternura, que lo acaricie verbalmente.
El
lenguaje es una herramienta amorosa, vía de sentimientos. Podemos criar y
educar con el lenguaje.
Por qué dejamos morir tantos seres universitarios condenándolos al silencio de la incomprensión? Cuántos crímenes habremos cometido? De cuantos se nos podrá inculpar como cómplices?
Laura Cipriano
De”
La Ciencia Jurídica
y sus dos Maridos”, Luis Alberto Warat, pag. 93.
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