Malestares ecológicos y ecología política
Prof. Dr. Luis Alberto Warat
II PARTE
Cuando Guattari inviste en la ecología lo hace apostando en la necesidad de crear otros destinos para el placer y otros modos de resolución del sufrimiento.
Otros valores y necesidades que no contribuyan para incrementar el proceso de desestimación de la subjetividad que se está instalando como condición de nuestra especie. Procurando esos destinos sustitutivos del deseo y de la identidad se fue construyendo una pragmática ecológica como instancia de realización de singularidades en territorios creativos. Sin decirlo con todas las letras, siempre hizo ecología política.
La ecología para Guattari (política para muchos) implica un cambio ético, político, y filosófico profundo. Para ese atípico intelectual francés, que inesperadamente lo sorprendió la muerte, la ecología es una de las pocas perspectivas que nos restan para intentar recomponer el orden social, político y deseante sobre nuevas bases, que tomen en cuenta la producción de la singularidad en los más variados dominios, sobrepasando así, las preocupaciones conservacionistas y los problemas económicos inmediatistas.
Sería la posibilidad de crear un nuevo eje progresista que pueda ocupar, en la tarea de reconstrucción permanente de la sociedad, el lugar de los antiguos y ya trivializados valores de la emancipación. La génesis de la nueva historia: una actitud en la producción de la subjetividad y de la realidad que se identifica normalmente con lo otro joven que la gente lleva dentro de sí como reserva salvaje.
Es en el contexto amplio del conflicto que tiene lo nuevo con lo viejo y trivialmente establecido que Guattari sitúa su concepción de la problemática ecológicas.
Un modo de entender la vida, que lleva en consideración todas las escalas individuales y colectivas de resingularización, en aquello que abarcaría desde la vida cotidiana a la reivindicación de la democracia: en el fondo, las cartografías de la ecología política.
Guattari había depositado sus esperanzas en una conversión ecológica de las antiguas militancias como un nuevo eje progresista que pudiera (por mutaciones en la subjetividad) hacer surgir militantes de la vida cotidiana, de la creatividad social e institucional; una militancia de la aproximación directa con los que fueron excluidos de las condiciones reales de existencia. No quería una ecología de iluminados, ni de ideas preestablecidas, saturadas por el dogmatismo de los grandes principios. Repudió la ecología trivializada, siempre asombrada por un ideal perimido de cientificidad.
Para Guattari la ecología, tiene que servir para (re)aprender el mundo y desintoxicarnos de una cultura sedativa, a través de prácticas destinadas a inventar el sujeto de la trasmodernidad. Nada de un modelo de sociedad pronto para usar. La búsqueda de la producción de la realidad social, como autonomía individual y colectiva.
En otras palabras, estoy afirmando, como primera caracterización a la ecología política como realización histórica de la autonomía. Estaría, así, hablando de una búsqueda de la escena política para la singularidad: los movimientos de afirmación de la autonomía individual y colectiva. La ecología política como una pragmática de la singularidad. Una búsqueda de la constitución de individuos singulares, que se opongan a la producción institucional de la subjetividad (la producción de individualidades seriadas)
Hablo de una ecología política que apuntaría a la búsqueda de nuevas relaciones del hombre con su cuerpo, con sus fantasías y con la temporalidad.
Sería una ecología del imaginario destinada a efectuar un trabajo pedagógico que posibilite un crecimiento emocional, el descubrimiento del lado creativo de nuestros deseos como antídoto para una pulsión de muerte intrapsíquica permanentemente en acecho, esperando por los momentos en que los territorios de Eros pierden su consistencia y vigilancia: Una cartografía del deseo como potencia de vida, como transformador de las condiciones de existencia y constructor de la realidad. Una cartografía que aborde al deseo sumergido en las intensidades de su tiempo: el lado del deseo que coloca en jaque las estructuras establecidas; el deseo como productor de flujos de autonomía.
Guattari entendía la ecología como un imperativo cultural que haría emerger otros mundos diferentes de los de la pura información transmoderna; engendrar territorios existenciales en donde la singularidad y la finitud sean tomadas en cuenta. Propone una ecología, yo diría, de la autonomía, centrada en la alteridad y en procesos continuos de (re)singularización, que le permitirían a los individuos tornarse, en un solo tiempo, cada vez más solidarios y diferentes. En el fondo, la ecología política como respuesta global a nuestra profunda crisis de civilización. una ecología que no ignoro los compromisos del hombre con la continuidad de la vida. El último punto de vista para la emancipación?
Puedo basarme en Guattari para afirmar una ecología política como un derecho al mañana, que no se presentaría como una respuesta súbita, dada de una sola vez.
Ella resultaría de mil revoluciones moleculares del sistema de valores existenciales que se irían infiltrando, rizomáticamente, en el tejido social y en el devenir de los deseos. Toda una redefinición de actitudes para los movimientos sociales. Una necesidad de tornar activas singularidades reprimidas aisladas, con la mirada únicamente dirigidas para si misma. La ecología política, en su conjunto, como intensidades para una potencial pragmática de la singularidad: el deseo como proceso de producción de flujos de autonomía que inauguren micro-políticas de solidariedad, nuevas visiones ético- políticas- estéticas para una humanidad que trate de retomar la preocupación por el futuro.
Comparto la idea de Castoriadis: el fin del psicoanálisis es consubstancial con el proyecto de autonomía con la capacidad de aprender poder venir-a- ser, con la liberación de la capacidad de formar un proyecto abierto para la vida, y trabajar por el. Intentamos vivir como individuos autónomos y en sociedades autónomas, los objetivos de ese querer, únicamente pueden ser proporcionados por la imaginación radical del psiquismo.
Así, el psicoanálisis puede ayudar a la ecología política para que el individuo pueda transformar su miseria neurótica e inventar su propio destino de vida
Un análisis satisfactorio permite que el paciente acepte la muerte de aquel que él era para transformarse en otra persona (su otro no radicalmente adaptado, sin una personalidad adictiva).
Guattari estaba preocupado por una ecosofía que pueda enfatizar una imaginación radical construida fuera de las ataduras familiares del psiquismo como respuesta y resistencia transformadora a una asfixiante producción institucional de la subjetividad (su pragmática de la singularidad). A diferencia de Guattari pienso que asfixia de la subjetividad no se supera ignorando la novela familiar o suplantándola por el novelón sentimental que funciona como imaginario radical de la condición transmoderna. Acaso los personajes, fantasmas y mandatos familiares no exprimen flujos representativos del proceso general de producción institucionalmente seriada de la subjetividad? Un proyecto de autonomía puede ser históricamente recuperado sin un análisis que ayude a aceptar y potencializar las precariedades de los deseos, sentidos y amores?
Es importante ver que las objeciones de Guattari no intentan borrar de la memoria el hecho freudiano, solo reorientar sus concepciones y prácticas para hacer de ellas otros usos, desenraizados de sus vínculos con una subjetividad anclada en el pasado individual y colectivo.
Guattari propone otra idea de inconciente, extendido a nuestro alrededor desde los objetos cotidianos hasta los grandes problemas del momento. Un inconciente que no sea el de los especialistas del inconciente (cristalizado en el pasado) ,y si desplegado para el futuro como lo posible a flor de piel .
La teoría psicoanalítica, piensa Guattari, no contiene una historia que precise ser cuidada como un jardín a la francesa .Prefiere una travesía cartográfica del inconciente desde la ecosofía (la ecología política yo diría).
En el fondo, lo que Guattari detesta es la institucionalización reduccionista del psicoanálisis y de la profesionalización de sus practicantes. para el sería como pensar que la poesía estaría unicamente ligada con la profesión de profesor de literatura.
Por eso hace hincapié en la necesidad de separar la noción de psicoanálisis de la profesión de psicoanalista.
Cartografiar el inconsciente no seria otra cosa que proponer una lectura del mismo sin ningún cierre, inventado en procesos de singularización. Procesos que se encuentran en situación de ruptura con las significaciones sociales dominantes.
Rupturas que provocarían problemáticas micropolíticas: una forma de intentar cambiar el mundo y las coordenadas dominantes.
Continuará...
Continuará...
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