15 de septiembre de 2010

Guattari


IV. LA CARTOGRAFIA CARNAVALIZADA


Luis Alberto Warat


El efecto Guattari es considerable en Brasil, notoriamente en el área de la salud mental. Además de su presencia constante en ese país sus ideas permitieron construir las más diferentes prácticas analíticas. Guattari tenía una cierta fascinación por Brasil; se preocupó mucho por acompañar las prácticas políticas del PT, lo veía como un legado de alegría y esperanza.

De mi lectura personal, encuentro un vínculo carnal de Guattari con Brasil y sus modos erotizados de hacer política, construir la realidad y organizar las visiones conceptuales. En algún sentido podría decirse que fragmentos de la cultura brasilera fueron extranjeros devorados por Guattari, para armar su cartografía existencial.

Apelando una vez más a Bajtin diría que una parte de la cultura brasilera exprime una estrategia carnavalizada de sus condiciones de existencia: una permanente explosión de múltiples registros, toda las verdades fuera de sus lugares instituídos, las voces industrializadas del capitalismo recubiertas de una magia sonora, recuperadas por cuerpos en contacto con las cosas (como si fueran super-conductores de energía). La carnavalización, en fin, como interesante estrategia de producción de deseos, en el mejor estilo Guattari. Otra estrategia del deseo. La conciencia y aceptación de lo efímero y de lo disperso como la propia condición de la subjetividad.

Es claro que la visión carnavalizada sirve también para una desacralización del saber erudito y universitario, de las verdades dichas, de una vez para siempre. No existen más referencias nobles para las verdades carnavalizadas (algo que Guattari también sostiene). La carnavalización como dispositivo de singularización del saber para hacer pasar los deseos y los afectos que los cuerpos vibrantes convocan. El pasaje para lo nuevo.

Lo que caracteriza el carnavalismo (y que creo que Guattari devoró) es la voluntad de efectuar las intensidades actuales, usando para eso materiales del momento, recuperando todo lo que pueda encontrar por el camino (recuperando todos los registros de la producción institucional de la subjetividad) para preservar la tensión creativa contra la fabricación despótica del individuo.

Guattari practicó una sensibilidad carnavalizada en la medida en que su vida fue expresión de un pensamiento nómade que compartió con filósofos como Deleuze, Espinosa o Nietzsche. Eso lo llevó a tener una relación carnavalizada con la epistemología. Abdicó del reinado del saber, de teorías que se fijan en su propio discurso como modelo. Prefirió las verdades fuera del lugar del modelo, como devenir que nos conduzca por caminos desconocidos: una práctica ético-estética de las verdades que pueda prolongar en la historia el resplandor de los acontecimientos y de las singularidades.

Contar con una epistemología o una filosofía carnavalizada permite engendrar verdades, instaladas en la potencia y en la vida, que conservan una espontaneidad rebelde. Verdades que escapan a los controles para devolvernos la credibilidad en la vida. Verdades que son siempre expresión de una multiplicidad no totalizable.

La filosofía carnavalizada es una forma de sensibilidad que reivindica en acto la creatividad social, que muestra que los universos de valor político o epistemológico no tienen por que ser más importantes que los universos de la solidaridad (que es para mi la forma social de la ternura) y la creatividad social.

Por eso es que la filosofía carnavalizada - como militancia de la vida cotidiana - surge más de los campos estéticos y éticos que de los modelos científicos. Un cambio del lugar de las batallas. La carnavalización como filosofía estética: una relación directa del deseo con el sentido a través de los matices y los tonos liberadores de la expresión poética, sin la intermediación de los padrones teóricos instituidos y de los filósofos, como funcionarios del sentido, que terminan encarnando la verdad en lugar de llegar a ella por la búsqueda colectiva en acto poético: la verdad en el movimiento de la vida que resiste a lo formal y esquematizado. El filósofo del futuro como dice Deleuze hablando de Nietzsche.


Luis A. Warat


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REVISTA Nº 26
Ano 14 - julho de 1993 - p. 87-93

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