23 de mayo de 2009

La casa muchas veces se transforma en una arca de Noel

La Universidad Popular Latinoamericana, sigue la linea de las propuestas de Onfray, Maffesoli, Morin, básicamente, después estan lo que se va sumando para reconstruir Deleuze, Barthes, Castoriadis Cortazar, Borges, Clarice Lispector. Originariamente tuvimos mucho de Onfray. De él tomamos la idea de una marcha sin llegadas definitivas contra un modelo de educaciones que la alianza iluminista platónicoteológicomonoteísta terminó imponiendo como desideratun de la Modernidad. Una Universidad que nos enfermó de modernoina, es decir, nos vició en modernidad (una enfermedad que ataca la razón hipertrofiandola fuera de los puntos sensibles que se encuentran en los cuerpos de los ejemplares de nuestra especie). Una universidad constituída o construída como tribu (Mafessoli) que resiste al iluminismo. Acoplamos Deleuze a Onfray para mostrar a nuestra Universidad Popular como un devenir revolucionario de los individuos. Las revoluciones a la manera antigua con la que se construye la ilusión, de sentido de esa palbra, hoy no ilusiona, desilusiona. Porque se sabe que solo es posible un cambio transformador en la sociedad a partir de microcapilaridades, moleculares. Revoluciones nómades, trasmutantes que cambian el mundo cambiando componentes de la subjetividad.

La Universidad Popular Latinoamericana -creo que esto que diré se aproxima a Onfray- quiere ayudar a las personas a que aprendan sin necesidad de tener que marchar como si fueran una tropa en una parada militar. Ayudar a todos los otros que aprendan a ver y entender el mundo y las cosas que nos rodean, (incluyendonos en eso) desde la propia sensibilidad y actitudes de pensamiento racional. Una afirmación, superación y construcción de todas y cualquier realidad desde la afirmación de la propia sensibilidad y razón. Un deber de esperanza para la construcción del mundo fuera de los modelos educacionales (que hacen del que piensa un intelectual orgánico y no un pensador por si). Las religiones monoteístas y sus aliados históricos consiguieron imponer modos escurantistas de pensar disfrazados de verdades accesibles.

La revolución francesa altera la idea de individuo reemplazandola por una visión idealizada y enfermiza de ciudadano. Una idea de ciudadanía que cae del cielo como una cosa pronta y definitivamente elaborada, con su construcción terminada. Vivimos en un mundo de ideas, vivimos alimentandonos de una razón donde todo está ya dado, como si fuera algo construído desde siempre. Negando que el desenvolvimiento o desarrollo integral del hombre es algo a hacerse y no dado desde un limbo paradisíaco como un regalo que la especie se merecía.
Las ideas son abstractas, simulan pertenecer a todos, simulan una pertinencia de todos y para todos, cuando en realidad es todo lo contrario: cuanto más idealmente global (para todos) es una idea, más posibilidad existe que aumenten los procesos de exclusión y no participación social. Una teoría que debería estallar por los aires, pero que termina, no se por qué, no explotando nunca. Será porque el sueño de un mundo mejor, sea una esperanza que continúa, retornando constantemente, para insistir con su gusto algo patético y patológico en una repetición cuyo final se prevee sin hacernos perder la ilusiòn que lo mueve. El olvido está lleno de memoria (que se percibe como retorno de la misma esperanza imposible). Onfray engloba todas los formas de producción de saberes complejos (para mi carnavalizados) bajo el término filosofía.

Una palabra que me molesta un poco, me connota gente viciada en razonamientos, olvidandose un poco que toda forma de pensamiento tiene el deber ético hedonista de transformarse en poesía, adquirir una tonalidad poética. Porque cuando construye un sentipensamiento (Eduardo Galeano) en Alteridad, se convierte en compañero del alma del otro. Algo que solo la razón no consigue.
No sé como llamar a los amigos de la razón sensible la filosofía, por razones históricas del uso de la expresión se convirtió en una rutina que no engloba esa pretensión (que es básica para la Universidad Popular Latinoamericana). Además que desde el Ágora de Atenas los filósofos tuvieron la pretensión de ser no solo aficionados al poder sino profesionales del mismo, olvidandose que su función primordial sería de llenarnos de amor, ayudandonos a inscribir el amor para mejorar la calidad de la vida y de la convivencia. El filósofo no puede enseñarnos a adquirir desprecio por el falso poder de los emperadores sobre el mundo. El filósofo, como dice Onfray, debe ayudarnos a entender que el verdadero imperio es la potencia sobre uno mismo, la potencia sobre el amor, lo que nosotros amamos y lo que los otros nos brindan de amor. El amor como práctica de la sencillez. Porque solo el amor nos permite intimar con sencillez con el otro. Una sencillez que la razón institucional la exitoina, que la modernidad nos estimula para enviciarnos, no nos permite .

Una de las cosas que me gustan resaltar de Onfray, es que tuvo la lucidez de crear en su Universidad Filosófica Popular una contrahistoria de la filosofía. Para la Casa Warat me parece pertinente un deplazamiento. Tenemos que ir construyendo una contrahistoria de la educación, por decirlo de alguna forma parecida. Pero quisiera ir más alla de esa falsificación nominativa. Creo mejor hablar de permanente construcción y desconstrucción del modelo dominante, es decir, buscar una concepción educacional diferente a la que estableció la modernidad, negandonos a concebirla como modelo, sino afirmarla como una construcción permanente de todos (lo que incluye la desconstrucción). Somos una especie marcada por las inaccesibilidades.
Todo nos es inaccesible, salvo si nos atrevemos a construir un sentido a lo inaccesible. Es lo que la especie siempre hizo, aunque a ese quehacer lo llamamos verdad, objetividad, realidad. Y es una forma de llamar que nos impide o nos aleja de la comprensión de que lo que llamamos realidad, mundo, objetividad, verdad, son construcciones que nos atañen, nos implican y nos involucran. Un importante devenir educativo de la Casa Warat pasa, así, por la afirmación de la importancia de una educación constructiva, una concepción que responde a la idea de que aprendemos lo que nosotros construímos... Y construímos desde la actuación, desde una acción que comprometa. Una concepción de educación que nos ayude a entender que debemos construir todo, que nada nos viene desde un más allá sin origen. Un abordaje integral a la complejidad. Esta es una concepción educacional absolutamente comprometida por un modo de hacer política (nada institucionalizado). Se trataría de políticas sociales integrales e inclusivas.

Para la Casa Warat educar es desarrollar una política inclusiva, que forzosamente nos llevará a una idea de ciudadanía como construcción inclusiva. Estamos hablando de una educación para la construcción de la ciudadanía y la política inclusiva. El objetivo de la Casa no es solo ayudar a educar en esa dirección sino la de formar educadores para la construcción de la ciudadanía y la política inclusiva (que es también una forma de hablar de la construcción de los Derechos Humanos). Ese es nuestro deber de esperanza. Porque tener esperanza es un deber de la especie. Las crueldades del poder y de la existencia se combaten con la belleza de lo humano. Precisamos aprender a vivir y saborear esa belleza.


LAW

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