13 de marzo de 2013

Filosofía lingüística y el discurso de la ciencia social - LAW



LA FILOSOFIA LINGÜÍSTICA Y EL DISCURSO DE LA CIENCIA SOCIAL



PROFESSOR LUÍS ALBERTO WARAT

I PARTE

Revista SEQÜÊNCIA UFSC (1980)




 
1.1 — El hombre desarrolla su vida en gran medida a través de un proceso organizativo de los datos de su entorno, preocupándose por desentrañar su aparente orden, su aparente sentido. La cultura es, en última instancia, la resultante de ese esfuerzo de producción cognoscitiva. —
Ciencia y mito son agentes, con que la cultura cuenta para dominar el mundo.
— Son formas reductibles de modos de constitución del conocimiento, con lo que se pretende establecer una ordenación para el ambiente físico y social. El pensamiento científico y el mítico, como agentes de la cultura, muestran aspectos y necesidades distintas del conocimiento humano.
La primera es la protocolización de la vertiente racional y tecnológica de la cultura; siento, por tanto, significativo aquello que resulta observable, verificable, racionalmente explicable, y que puede ser visto, como prácticamente efectivo; la segunda forma de pensamiento está colocada al margen de la razón analítica, constituyendo la protocolización de la vertiente metafísica. Por ella, se trata de justificar la realidad incontrolada, atribuyéndole, por su intermedio, realidad a la trascendencia. — La opción entre explicación racional o mítica se encuentra contextualmente condicionada al grado de control completo que el hombre tiene de las circunstancias. El mito surge como válvula de escape para explicar los elementos imprevisibles de la naturaleza, aquellos frente a los cuales no se tiene ninguna posibilidad de dominio.

Recuerdo un ejemplo de Malinowski, referido a unos isleños muy primitivos, que cuando tenías que pescar en lagunas (medio en el que tenían el control completo de la situación) eran racionales y empleaban un conocimiento de la naturaleza, lógico-experimental y no mágico; pero cuando saliendo, en condiciones aparentemente favorables, a alta mar y surgía una tormenta inesperada y inexplicable, apelaban al mago, que llevaban en la canoa, para que haga frente a esa fuerza, que su tecnología no podía controlar — El mito crea una realidad imaginable a la cual se quiere sensibilizar para atribuirle función de fuente-explicación y con ello poder trascender los limites de nuestro conocimiento. — Claro, que el mito debe ser visto como una expresión polisémica.
También puede hablarse de mito en relación a aquellas estructuras discursivas que tengan la pretensión de producir un refuerzo en la cohesión tribal, aquellas construcciones de nuestro lenguaje destinadas a producir la domesticación del mundo, la domesticación de lo real, como por ejemplo, el “mito de la tierra sin males”, una especie de paraíso, que los indígenas de algunas tribus empleaban para encontrar a través de un ritual de lo sagrado armas sobrenaturales para sobreponerse a las circunstancias coyunturales, que fueran contestarias a sus tradiciones.
Como un intento idealizante, metafísico de reencontrarse con sus tradiciones. El mito presenta así dos variantes claramente diferenciables: una que tendería a la organización de nuestro universo natural y otra que tendería a la organización de nuestro universo social; en este último sentido el mito cumpliría una función socializadora; mediante el mito, la sociedad se despolitiza, mascarando sobre ideas, de naturaleza o razón, los valores, que permiten la reproducción de sus modos tradicionales de poder. A través de la oposición natural/sobrenatural se logra la sustancialización de los valores sociales, de aquellos valores, que provocan la cohesión del grupo en torno al poder comunitariamente establecido. La identíficación valor-cosa, es la que produce indiscutibilidad y le otorga su fuerza normativa, que hace sentir como culpa a todos los modos de su transgresión. — El simbolismo del mito es entonces inseparables de las relaciones sociales.

1.2 — El mito sirve, de esa forma, para transformar una justificación en una aparente explicación. La gente tiene necesidad de que las conductas intuitivas irracionales, producidas desde el poder a los sectores interesados, parezcan lógicas. — Por ello, surge todo un conjunto de explicaciones pseudo-lógicas o pseudo-explicaciones de sus actos y se estimula así creencias, que motivan acciones afectivas, bajo la sensación de estar obrando en forma racional. Esto explica también las continuas referencias al pensamiento mítico en el análisis sociológico. En otras palabras, la ideología, es la que provoca los mitos en el campo social
La mayoría de estos mitos sociales están vinculados al lenguaje normativo. Nunca le son del todo exógenos. Con ellos se integra un mapa imaginario de la organización social, apto para promover la reproducción de los valores dominantes y para motivar a los hombres a su defensa. La ideología que se manifiesta a través de los mitos sociales, tiene una fuerza operativa, dada su importante carga emotiva, pero correlativamente adolece de valor teórico por su pobre poder explicatorio.
Estos mitos sociales recibieron diversas denominaciones a lo largo de la historia del pensamiento sociológico. Sorel habla directamente de “Mitos” en cambio, Max Weber emplea la expresión “legitimación del poder”; Pareto los llama “derivaciones”; Marx “ideología de la clase dominante”; contemporáneamente se usa mucho para referirse a ellos los términos “slogan” y “estereotipo”; Gaetano Mosca recurre a la sugestiva terminología de “fórmula política” reconoce, que las mayorías organizadas están en condiciones de rechazar por la fuerza las actitudes contestarias a su dominación, aunque solo apelen a ella como último recurso. Prefieren estabilizar su dominio haciéndolo aceptable a las masas, utilizándolas por él llamadas fórmulas políticas. Toda clase gobernante afirma Mosca “trata de justificar su ejercicio real de poder basándole en algún principio moral universal” Guando Mosca habla de “formulas políticas” pretende englobar en la extensión de ese término a los valores, creencias, sentimientos y hábitos comunes, que resultan de la historia colectiva de un pueblo y que lo permiten ser receptivos a las ficciones producidas para legitimar y asegurar la reproducción de las condiciones que garanticen la continuidad del poder.
Siempre por más que las condiciones históricas cambian al consentimiento de las obligaciones - para Mosca - se basa en algún tipo de fórmula.- Todo régimen exitoso reposa así en el cuidadoso estímulo de las creencias de las clases inferiores con relación a la fórmula política dominante. Cuando tales principios han sido adecuadamente socializados, la clase gobernante por más corrupta que sea tiene todas las posibilidades de lograr su continuidad.-
Es prueba de ello, el nacionalismo surgido durante la primera guerra mundial, cuya fuerza social se mostró aún mayor que la esperada. La soberanía popular - es para Mosca - claro ejemplo de una fórmula política; es más, la denomina directamente mito peligroso y puede colegirse que basa esa afirmación en el hecho de que el concepto en cuestión, con la carga emotiva que lleva, hace creer al pueblo que gobierna y que los funcionarios elegidos están a su servicio.

Las ideas y planteos míticos son racionalmente infecundos, valorativamente fructíferos - y no pueden ser vistos de modo alguno, como componentes de la ciencia, desde la perspectiva positivista.- Miradas desde el conocimiento analíticos, sus cuestiones carecen de sentido. Ellos, por principio, no pueden ser objeto de prueba o explicación alguna. Las necesidades, que la producen, se desentienden del poder demostrativo. La prueba, la verificación de lo afirmado, es competencia exclusiva de la razón analítica y no vale como criterio, fuera de ese ámbito, no tiene valor para el discurso o las propuestas míticas.- La exigencia de actos de verificación para las cuestiones míticas solo tiene relevancia, en la medida, en que ellos puedan de contrabando o para superar lagunas; operar en el seno del discurso científico. Detectada la imposibilidad de prueba de un enunciado con pretensiones de cientificidad esta pierde automáticamente su status de enunciado científico; es descartado por carecer de sentido.-

1.3 La filosofía neopositivista, al privilegiar la crítica del lenguaje, a través del cual, el conocimiento se constituye, intenta trazar los limites del discurso significativo, siendo un sin sentido lo que se encuentra del otro lado del limite. Para los cultores de los lineamientos trazados por Wittgestein, la ubicación de la línea, que demarca el sentido y el sin sentido, pasa por la distinción entre el pensamiento racional, y el mítico, previa identificación de lo primero con los enunciados verificables y la caracterización de los segundos, como enunciados metafísicos. Los límites de lo que puede ser dicho con sentido, pasa por la posibilidad de prueba de correspondencia con los hechos, opera dentro del campo de la experiencia posible. Si las palabras se aplican para referirse a situaciones que no tienen correspondencia con los hechos carecen de sentido. El discurso fáctico fija los límites de lo que puede ser dicho con sentido. De esta forma, para el empirismo solo será significativo el discurso de la ciencia y esta será identificado con el discurso fáctico. Esto trae serios problemas para la caracterización, como científica, de las teorías sociales en donde deba resolverse hasta que punto el condicionamiento social suple a la verificación.
Aceptándose el criterio empírico de significación para las teorías sociales, se corre serios peligros de cosificar las valoraciones y de pensar a los componentes ideológicos como factores extraños al conocimiento y por tanto fuera del límite de lo significativamente aceptado.
A lo sumo, asumir el criterio empírico de significación, puede servirnos para no olvidamos del principio de Hume e intentar derivar prescripciones de enunciados, descriptivos o viceversa, y exigir verificabilidad, frente a enunciados a los que no corresponde someterlos a dicho proceso de atribución significativa. Pero en modo alguno, el criterio neopositivista de sentido puede llevarnos a descartar otros posibles modos de establecer el limite, entre los enunciados con y sin sentido. — El tampoco es único criterio válido para decidir cuando un conjunto de enunciados tiene o no el status de científico, máxime si lo que nos está preocupando es la teoría social.

1.4. Al margen de esta necesidad que tiene la ciencia de demarcar, con toda precisión, el ámbito del entendimiento racional, da idea de prueba o verificación introducida para las cuestiones míticas, responde al olvido de que el hombre cuenta con fuentes heterogéneas para producir una relación consciente con el mundo. La búsqueda de verificación para el discurso mítico, puede responder a dos órdenes de necesidad: 1) puede ser consecuencia de los resultados exitosos de la ciencia; 2) puede ser visto, como corolario inevitable del condicionamiento ideológico del conocimiento.
Como un modo de intentar la sustancialización de los valores que determinan la coacción grupal, en las sociedades contemporáneas, la técnica paso a ocupar el lugar dominante, por su racionalidad, en relación a la producción mítica, por lo que, se intento hacer funcionar el mito conforme a las reglas del conocimiento analítico. Se quiso la racionalización del mito; básicamente, nace un esfuerzo que tiende al encasillamiento del mito dentro de los criterios de verificación. Se intenta en vano convertir los planteos metafísicos en componentes del conocimiento racional.
Esos ensayos caricaturescos por darle status científico a las propuestas míticas y metafísicas, justifican plenamente las preocupaciones del positivismo lógico, que procura explicitar claros criterios de demarcación entre los enunciados científicos y los metafísicos. Epistemológicamente, se intenta, desde el empirismo lógico, distinguir las genuinas proposiciones de las pseudo proposiciones, vale decir, de los enunciados míticos con  ropaje de enunciados verificables. La crítica del lenguaje principal, bandera del neopositivismo, es en el fondo, una defensa contra la racionalización de la metafísica.


1.5. La búsqueda de prueba convierte al mito en producto ideológico, en razón de que cuando los valores de una sociedad humana son transmitidos en forma dosificada, objetivados, como siendo sujetos posibles de una verificación, permiten de un modo altamente satisfactorio la reproducción de la estratificación social existente.
A diferencia de la ciencia el mito favorece la necesidad de concebir al mundo como continuo. El mito retóricamente presentado como sujeto a verificación, nos da el derecho de suponer, que en lo pasado crece y se conserva algo que no es efímero, que en la contingencia de los hechos, se va cristalizando un sentido que no es directamente visible. Una vez conseguido que el hombre crea en la perduración de los valores personales, el poder político puede erigirse en el legítimo guardián de los valores míticamente afirmados. La metafísica en el sentido lato es por tanto un acto de afirmación de valores políticamente comprometidos. Compromiso que es enmascarado tras la referencia a un ser incondicionado o en los intentos por fijar los valores del mito como científicamente válidos.

1.6. Todos los fundamentos en los-que se arraiga la conciencia mítica, tanto en su versión inicial, como en sus prolongaciones metafísicas, necesitan de ciertos ajustes epistemológicos, para poder efectuar dicho planteo, en relación a la teoría social.

La versión moderna del pensamiento mítico se desarrolló principalmente en la esfera del discurso político. El poder necesita del mito para asegurar las formas de su reproducción. Claro que ya no se manifiesta lingüísticamente a través de sus formas primitivas, aunque sigue descansando en las esencias antes que en el entendimiento racional; son un producto de la presencia de criterios de fe.

Ahora bien, en este campo de las justificaciones políticas, el mito no encuentra su concreción a través de discursos antropológicos o propuestas metafísicas, sino mediante el empleo de slogans, arquetipos, estereotipos y apreciaciones del mundo, dadas a través de discursos premoldeados, estandarizados.
El mito moderno cumple asila ficción de un prêt-a-porter valorativo más que para encontrar una justificación ante una tecnología que no se domina, sirve para el control del comportamiento social. Mediante el mito político, ciertas élites detentoras del poder político, predeterminan los efectos del hombre, marcándoles los modos en que tienen que opinar y valorar.

Como no se puede comprobar ni experimentar en el campo social la verdad de los slogans, se busca la adhesión a sus postulados, apelando a la fe, a la creencia, a la ingenuidad humana o al carácter aparentemente verificable de los mismos. El slogan se disfraza con ropaje descriptivo. La retórica política se afirma como ciencia. El mito sirve así a la política como una analítica de persuasión.


Continuará...

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