
II. MAYO DE 68.
Por Luis Alberto Warat
Con el"Anti-Edipo", que escribió en compañía con Deleuze, comienza el reconocimiento internacional de Guattari.
Un libro que interroga al mayo francés de los años 68 para dar un nuevo análisis de la locura, una nueva teoría del deseo y un nuevo trazado de la historia.
No es fácil hablar del"Anti-Edipo", un libro que funciona como disparador de efectos, que se vuelve siempre sobre si mismo, que se desplazan para hablar desde donde su voz no era esperada. Un libro que trata de crear efectos de sentido en la encrucijada que abre entre el marxismo y el psicoanálisis para pensar sus faltas.
Mayo del 68 fué la irrupción de todas las pulsiones libidinales reprimidas por el poder para constituirse: la irrupción de un devenir en estado puro. Lo nuevo en estado puro. Movimiento espontáneo que convulsionó al aparato de poder en todos los niveles y recorrió todo el cuerpo social. Este movimiento trató de ser rápidamente trivializado con actitudes teóricas que precisamente, los protagonistas repudiaban.
Abriéndose a los flujos, a las intensidades silenciosas, a los cuerpos vibrátiles de los protagonistas, el binomio Guattari-Deleuze produce un texto sorprendente sobre la abortada revolución de mayo del 68: expresión de incertezas sobre una orden del deseo que se manifestó sobre el conjunto de la sociedad francesa y que después fue reprimido tanto por las fuerzas del poder como por las organizaciones izquierdistas.
Interrogaciones sobre una revolución socialista que estaba al alcance de la mano y que fue traicionada, mostrando, una vez más, que el fascismo es un derivado de movimientos revolucionarios. Preguntas perturbadoras sobre los mañanas que nos preparan. Afirmaciones innovadoras sobre una "infra-estructura" (inconciente político) del deseo que inviste todo el campo social.
Partieron de la idea de que el deseo no se cansa de trabajar en la historia, debiendo ser abordado del lado de la producción, como producción deseante y participación inconciente en la represión de las estructuras establecidas.
Mayo del 68 les mostró que la revolución social es inseparable de una revolución del deseo, revelando, al mismo tiempo una vanguardia revolucionaria con complicidades inconcientes con las estructuras represivas, de suerte tal que llegan a combatir por su servidumbre como si se tratase de su salvación.
El "Anti-Edipo" es un libro que hace la guerra dislocando las cuestiones del inconciente y la política. Propone acabar con la tradición más sórdida de la teoría de las ideologías. Nada de teorizar el reflejo como sentido de la ideología, ocuparse sí, de afirmar que la destrucción del poder en los espíritus es algo que se produce en todos los micro-espacios de lo social, por acción de un deseo que es investidura social, económica y política.
Un libro que es también de guerra contra la institución psicoanalítica y sus corporaciones de profesionales del inconsciente. Una denuncia contra un psicoanálisis que hace cuestión de ignorar que nuestros afectos son derivados de diferentes campos sociales y no solamente de las imágenes parentales.
Sin negar que el psicoanálisis permite trabajar sobre las incidencias de la novela familiar, quieren afirmar que se trata de prácticas que usurparon su reputación de promover y participar en una efectiva liberación: cancelaron, sobre una escena familiar, toda la dimensión política y económica de la libido en un código conformista. No supieron trabajar el deseo como pasión revolucionaria.
Inventaron un inconciente abstracto y amarrado al pasado con escasas posibilidades de aprehender lo nuevo en un mundo de mutaciones aceleradas. Falta la invención de un otro tipo de inconsciente, político y liberado de los sentidos familiaristas.
Personalmente disiento de la resistencia que Guattari y Deleuze manifiestan en relación al mundo "psi". Me parece una banalización demasiado efervescente que no tomó en cuenta por lo menos dos cosas:
1) que los mandatos, los fantasmas y los condicionamientos familiares no pueden dejar de ser vistos como un campo social, que papá-mamá tienen sus cuerpos atravesados por dimensiones económico-políticas;
2) que no tenemos ninguna garantía de que la propuesta guattariana-deleuziana no lleve para el fascismo. Si el deseo es privilegiado como pasión revolucionaria, como impedir que sea utilizado al servicio de las tendencias destructivas. Vale para el binomio la pregunta que ellos mismos formularon: por que desearon las masas el fascismo?.
No dudo de que la respuesta pasa por el psicoanálisis en sus formulaciones más clásicas.
Coincido con Lyotar cuando dice que lo que más se subvierte en el "Anti-Edipo"- y no se lo criticó abiertamente - es el marxismo. Lo que es silenciosamente enterrado de Marx no es menos grave ni menos importante de lo que en Freud es sometido al contra-fuego del texto.
Los autores del "Anti-Edipo" realizan, a juicio de Lyotar la subversión de" todo lo que es libido inconsciente en el marxismo libido encerrada en los dispositivos religiosos de la política dialéctica o del catastrofismo económico, libido reprimida en los análisis interrumpidos del fetichismo de la mercadería o de la naturalidad del trabajo"(7).
La misma subversión de todo lo que es política inconsciente en el freudismo.E En el fondo, Guattari y Deleuze buscan un Marx libidinal, introducir el inmenso continente teórico del marxismo en la cartografía libidinal, como también, a la inversa, atravesar los territorios marxianos con afectos y desafectos. Se trataría de hacer de Marxismo un dispositivo libidinal: una narrativa capaz de producir efectos. O mejor todavía, retranscribir en una cartografía libidinal las intensidades que atormentan el pensamiento de Marx(8).
El binomio autoral del "Anti-Edipo " imputan al psiconálisis el hecho de no haber dicho nado o casi nada sobre las relaciones de la práctica analítica con el campo político o con el campo social, del mismo modo que consideran faltante en el marxismo el lugar de la economía libidinal.
Pienso que no basta enunciar esas faltas, es preciso hacerlo pertinentemente. Queda por discutir si Guattari y Deleuze lo lograron. No quedaron en la enunciación de buenas intenciones?
Tanto para el freudismo como para el marxismo el problema pasaría por discutir la función de la pulsión en una forma de sociedad capitalista, el modo en que danzan y contra-danzan los flujos de poder y de deseo.
Un gran desafío esta puesto: como salir de un mutuo reduccionismo que aleja el psicoanálisis de la política (bastante diluida en un pasado familiar) y al marxismo del deseo (perdido en lo político)?
Creo que, para no arar en el mar, se podría intentar radicalizar el encuentro del psicoanálisis y el marxismo, dejando de lado las inquietantes intenciones de una doble desestimación. Talvez un buen programa para tratar de reencontrar un "eje progresista" que sustituya lo que el muro de Berlín se llevo en su caída.
Luis A. Warat
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REVISTA Nº 26
Ano 14 - julho de 1993 - p. 87-93
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