30 de julio de 2010

Onfray



Michel Onfray; el hedonismo entre el placer y su carencia

I Parte

Por Adolfo Vásquez Rocca.

Michel Onfray es un autor que se mueve en los márgenes del pensamiento y experimenta particular inclinación por lo que el orden establecido ha dejado de lado. Ha publicado Physiologie de Georges Palante, Pour un nietzschéisme de gauche (2001), Théorie du corps amoureux (2000), Politique du rebelle (1997), Journal hédoniste I y II (1996-1998), y L'art de jouir, pour un matérialisme hédoniste (1991) y Le ventre des philosophes, critique de la raison diététique (1989).

Sus textos "combinan la filosofía con la gastronomía, la religión, el anarquismo y la búsqueda del placer". Un cóctel explosivo difícil de rechazar.


"En los 90' algunos de sus libros comenzaron a circular: La razón del gourmet y El vientre de los filósofos, por ejemplo. Esa ocurrencia de analizar desde la filosofía los hábitos culinarios llamó la atención y su nombre comenzó a circular en librerías, facultades y círculos de discusión filosófica por fuera de las universidades. Después se conoció un muy entretenido libro sobre la vida de los filósofos cínicos y de Diógenes en particular, Cinismos. El ateísmo y el hedonismo son los temas que ocupan su pensamiento desde siempre. El libro Tratado de ateología vendió 200 mil ejemplares sólo en Francia y también provocó reacciones subidas de tono por parte de todo tipo de grupos religiosos.

Inspirado en las corrientes de ideas marxistas y nietzscheanas, propugna la descristianización. Sus propuestas son virulentas. Se podría decir que también se ha encargado de historizar el placer o su carencia. El suyo también es un camino para fustigar al cristianismo y al mismo tiempo rescatar, en El cristianismo hedonista, a santos heréticos y sabios licenciosos cristianos que participaron de banquetes sexuales.

Entre sus lectores están los locos, los histéricos, los perturbados, los nutricionistas, enumera con ironía Michel Onfray, el filósofo francés que reivindica al hedonista como figura clave de su propuesta teórica. No son todos. "Los que leen en la soledad de su existencia y tratan de mejorar su vida" conforman un público que ha encontrado en El deseo de ser un volcán, Diario hedonista, La construcción de uno mismo o La razón del gourmet argumentos sólidos para adherir a una moral distinta.

Según Onfray hay un malentendido con la figura del hedonista. Se cree que el hedonista es aquel que hace el elogio de la propiedad, de la riqueza, del tener, que es un consumidor. Eso es un hedonismo vulgar que propicia la sociedad. Onfray propone un hedonismo filosófico que es en gran medida lo contrario, del ser en vez del tener, que no pasa por el dinero, pero sí por una modificación del comportamiento. Lograr una presencia real en el mundo, y disfrutar jubilosamente de la existencia: oler mejor, gustar, escuchar mejor, no estar enojado con el cuerpo y considerar las pasiones y pulsiones como amigos y no como adversarios.

Onfray se declara a favor de un hedonismo del ser y no del tener. Digamos que todas las cosas que tienen que ver con la posesión (dinero, situación social, riquezas, propiedades, bienes habituales de la sociedad de consumo) no son un fin en sí mismas. Por el contrario, lo que depende del ser (libertad, amistad, amor, afección, dulzura, serenidad, paz consigo mismo, los otros y el mundo) constituye el ideal de sabiduría hacia el que hay que tender. Disfrutar de una cosa no presenta demasiado interés, disfrutar de un momento de sabiduría es uno de los grandes instantes de la vida.

Pero ahora veamos la diferencia entre ese hedonismo y el estoicismo. La oposición entre ambas escuelas suele ser una cuestión de universitarios. Hay que leer las Cartas a Lucilio de Séneca, el estoico. Allí hay cantidad de argumentos epicúreos. En su libro Contra-historia de la filosofía Onfray explica cómo esta oposición entre dos sensibilidades filosóficas fueron instrumentalizadas por Cicerón con fines políticos: era necesario desacreditar a los candidatos epicúreos al Senado, y Cicerón, el estoico, los estigmatizó como voluptuosos e incapaces de ocuparse de la cosa pública. Después, el cristianismo se apoderó de esos argumentos que perduran hasta hoy.

Onfray es un filósofo decididamente orientado hacia la modernidad. ¿Qué lugar reserva en su reflexión al psicoanálisis y a las neurociencias?
Onfray tiene el proyecto de escribir un libro sobre el psicoanálisis que evitará dar poderes absolutos tanto a Freud como a las neurociencias. Rehabilitará el psicoanálisis como un chamanismo posmoderno, precisando que el cuerpo no es una cuestión de inconsciente psíquico, sino de inconsciente neurovegetativo –según ha expresado–.

Onfray está satisfecho de su vida. Se declara absolutamente feliz. De lo contrario – señala– dejaría de escribir lo que escribe, de enseñar lo que enseña y de dar las conferencias que da por el mundo. A menos que fuese un estafador.
Onfray a los 28 años tuvo un infarto, y eso le sugirió su texto El vientre de los filósofos.

Cuando tuvo ese infarto acudió a una nutricionista que le hizo comprender que se podía mantener un discurso castrador respecto de los alimentos. No había que comer con sal, ni grasas, no tomar alcohol, y la idea de su primer libro arribó a partir de esa experiencia, como una invitación a considerar que el placer de la alimentación era preferible al displacer de una mala nutrición. Se pelearon bastante, él estaba en su cama con el infarto y ella le estaba dando clases. Como Onfray conservaba algo de retórica, la nutricionista se fue enojada diciendo que con él no se podía discutir. Y –la verdad es que nunca siguió aquellos consejos nunca siguió sus consejos–

La posición Onfray sobre la Ciencia es bastante particular. Encuentra a la ciencia limitada e incapaz de incorporar todo lo que no es inmediatamente cuantificable. La ciencia no puede incorporar el placer; piensa que es deseable medicar a alguien para que el colesterol baje, sin pensar que eso puede ser terrible para la salud de una persona, porque está obligada a considerarse a sí mismo un enfermo. La ciencia debería poder integrar una dimensión psicológica a la medicina: sabemos que a veces el tratamiento con placebos lleva a curaciones.

Uno de los fenómenos que Onfray señala –con mayor énfasis– es la disociación que existe entre el cuerpo y los sentidos.

¿Cuándo ubica el inicio de este proceso?

Es algo que no puede situarse con mucha precisión, probablemente esta situación en la prehistoria no existía, pero con el proceso de hominización se desarrolla una moral y con ella una cultura de odio del cuerpo. Sólo hubo morales alternativas que celebraron el cuerpo, en tanto las morales oficiales, las morales del poder, consideran que hay que negarlo.

Pero hay sentidos privilegiados, ¿cómo se llega a esta jerarquización?

No es la sociedad la que privilegia: ciertos sentidos se ven privilegiados según una lógica de la supervivencia. Cuando el hombre caminaba en cuatro patas, estaba más en posición de oír y olfatear que de ver, al convertirse en bípedo existe la posibilidad de un mayor desarrollo del cerebro. La jerarquía de los sentidos se modifica y es la vista la que ocupa un primer lugar. Esto va cambiando con los siglos y con el desarrollo de la urbanización masiva. En la vida rural la gente tenía otra relación con la naturaleza; en la sociedad urbana actual se huele y se oye menos. Las sociedades consideran que hay bellas artes o sentidos nobles, relacionadas con la vista y el oído y otras menos nobles, relacionadas con el olfato o el gusto. Difícilmente se da la posibilidad de oler o gustar a otro fuera de la intimidad. Mi propuesta consiste en que los cinco sentidos deben ser considerados de manera igualitaria, y que debe ser otorgado a la gastronomía el mismo status que a la pintura o la música.

Continua…



Adolfo Vásquez Rocca.

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV. Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. – En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la 'Fundación Hombre y Mundo' y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México. – Miembro del Consejo Editorial Internacional de la '
Fundación Ética Mundial' de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de 'Konvergencias', Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador– . Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria –Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado– UCM. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Artista conceptual. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008.



Fuente: Scaner revista cultural de arte contemporáneo y nuevas tendencias

www.revista.escaner.cl

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