Presentación de cinesofía
Existen muchos filósofos de profesión universitaria que abandonaron su moderno convento de clausura para pasar a ser protagonistas de focos de creatividad cotidiana, haciendo cosas evaluando la relación de inmanencia entre las formas complejas de la transmodernidad y el caos, proponiendo nuevas alternativas para la vida cotidiana, nuevos focos de existencia.
Ya existen nuevos indicios de toda una nueva intelectualidad libertaria que consiguió importantes lineas de fuga en la batalla contra el totalitarismo en todos sus registros. Una cartografía “caosmica” para navegar con destino a la autonomía.
Muchos de esos navegantes piensan que el cine está proporcionando los mejores materiales para cartografiar esa navegación. En un mundo dominado por la sensibilidad fundamentalmente organizada por imágenes (una cultura imago-electrónica) es necesario una “imagosofía” que redimensiones la comunicación en dirección a un proyecto de autonomía. Propongo el nombre de cinesofía para referirme al estamento imagosófico libertario vinculado con el cine.
La cinesofía sería un proyecto “imagosófico” que procure rescatar alguna propuesta cinematográfica como extensión privilegiada de la filosofía en la era de las imágenes, en un tiempo que la filosofía comienza a diluirse en la media, como respuesta crítica de la misma: emplear el análisis cinematográfico para subvertir la simulada unidad del mundo de valores capitalistas y abrir un campo de posibilidades para recuperar su pluralidad, su multiplicidad así como su dependencia del deseo. El cine como objeto de análisis y realización de los diferentes modos de alteridad, que permita a los hombres una nueva ética existencial.
La magia del cine es una de los mejores antídotos contra la hemorragia de sueños monótonos propuestos desde una utopía capitalista, que adquieren la forma de anuncio publicitario (cuyo lenguaje es el de la exclusión y el control): utopías publicitadas como perfectas, que tienen como misión colonizar todos los espacios imaginarios en nuestra vida. El delirio de un paraíso terminal triunfante al que es preciso dar respuesta (incluyendo la contestación al cine que apela a las emociones baratas) desde concientes proyectos filoestéticos.
Estas son algunas de las razones que propongo para abrir la primera semana de cinesofía de Florianópolis para poder emplear el cine como un punto de subjetivación que permita repensar, a partir de una selección de filmes, los malestares del final del siglo.
Luis Alberto Warat
Florianópolis, verano de 1994.
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Existen muchos filósofos de profesión universitaria que abandonaron su moderno convento de clausura para pasar a ser protagonistas de focos de creatividad cotidiana, haciendo cosas evaluando la relación de inmanencia entre las formas complejas de la transmodernidad y el caos, proponiendo nuevas alternativas para la vida cotidiana, nuevos focos de existencia.
Ya existen nuevos indicios de toda una nueva intelectualidad libertaria que consiguió importantes lineas de fuga en la batalla contra el totalitarismo en todos sus registros. Una cartografía “caosmica” para navegar con destino a la autonomía.
Muchos de esos navegantes piensan que el cine está proporcionando los mejores materiales para cartografiar esa navegación. En un mundo dominado por la sensibilidad fundamentalmente organizada por imágenes (una cultura imago-electrónica) es necesario una “imagosofía” que redimensiones la comunicación en dirección a un proyecto de autonomía. Propongo el nombre de cinesofía para referirme al estamento imagosófico libertario vinculado con el cine.
La cinesofía sería un proyecto “imagosófico” que procure rescatar alguna propuesta cinematográfica como extensión privilegiada de la filosofía en la era de las imágenes, en un tiempo que la filosofía comienza a diluirse en la media, como respuesta crítica de la misma: emplear el análisis cinematográfico para subvertir la simulada unidad del mundo de valores capitalistas y abrir un campo de posibilidades para recuperar su pluralidad, su multiplicidad así como su dependencia del deseo. El cine como objeto de análisis y realización de los diferentes modos de alteridad, que permita a los hombres una nueva ética existencial.
La magia del cine es una de los mejores antídotos contra la hemorragia de sueños monótonos propuestos desde una utopía capitalista, que adquieren la forma de anuncio publicitario (cuyo lenguaje es el de la exclusión y el control): utopías publicitadas como perfectas, que tienen como misión colonizar todos los espacios imaginarios en nuestra vida. El delirio de un paraíso terminal triunfante al que es preciso dar respuesta (incluyendo la contestación al cine que apela a las emociones baratas) desde concientes proyectos filoestéticos.
Estas son algunas de las razones que propongo para abrir la primera semana de cinesofía de Florianópolis para poder emplear el cine como un punto de subjetivación que permita repensar, a partir de una selección de filmes, los malestares del final del siglo.
Luis Alberto Warat
Florianópolis, verano de 1994.
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