Aproximación I
Luis A. Warat (*)
Hace varios años que vengo pensando que una nueva apuesta a la vida me coloca delante de tres tipos de cuestiones: las que se refieren a la ecología, la ciudadanía y la subjetividad.
Tres instancias articulables para una de las pocas perspectivas que nos restan para intentar recomponer el orden social, político y deseante sobre nuevas bases que tomen en cuenta la producción de la singularidad en los más variados dominios.
Un modo de entender la vida, que lleva en consideración todas las escalas individuales y colectivas de (re) singularización en aquello que abarcaría desde la vida cotidiana a la reivindicación de una democracia sustentable. Toda una redefinición de actitudes que inaugurarían nuevas visiones del pensamiento en todos sus campos. Estoy apuntando a un trabajo coextensivo (en lo que hace a la ecología, la ciudadanía y la subjetividad que pueda otorgar nuevas armar de análisis para desequilibrar el pensamiento acomodado, haciéndonos ver lo que permaneció oculto en los modelos del saber instituido.
(…)
Estoy tratando de afirmar la ecociudadanía como un derecho al mañana, que no se presentaría como una respuesta súbita dada de una sola vez, ella resultaría de mil revoluciones moleculares del sistema de valores existenciales que se irían infiltrando en redes (rizomaticamente) por todo el tejido social y en el devenir de los deseos.
La ecociudadanía desarrollaría ideas y prácticas destinadas a inventar maneras cotidianas de ser, nuevas micro y macro maneras colectivas de vivir, buscaría formas de aceptación de la alteridad y los vínculos.
Nada de un modelo de sociedad lista para usar, sólo una eco-ética y una eco-estética cuyos objetivos tendrían que ver con la instalación de valores no derivados del lucro o el consumo. Una “patria existencial” que privilegiaría el sentimiento como productor de la realidad social, el sentimiento como interés colectivo.
La ecociudadanía del modo que yo la entiendo, trata de hacer transitar sus formas de ver el mundo desde los paradigmas cientificistas hacia las prácticas (los recorridos) éticos- estéticos. Un recorrido sin puertos seguros para arribar a una cartografía compuesta de referencias y flujos de sentido, intensidades afectivas, a partir de los cuales los individuos se posicionarían para tratar de manejar la potencialidad productiva de su subjetividad (en términos de singularidad).
(*) Extraído de "Por Quien Cantan las Sirenas"-LAW (1996)
Luis A. Warat (*)
Hace varios años que vengo pensando que una nueva apuesta a la vida me coloca delante de tres tipos de cuestiones: las que se refieren a la ecología, la ciudadanía y la subjetividad.
Tres instancias articulables para una de las pocas perspectivas que nos restan para intentar recomponer el orden social, político y deseante sobre nuevas bases que tomen en cuenta la producción de la singularidad en los más variados dominios.
Un modo de entender la vida, que lleva en consideración todas las escalas individuales y colectivas de (re) singularización en aquello que abarcaría desde la vida cotidiana a la reivindicación de una democracia sustentable. Toda una redefinición de actitudes que inaugurarían nuevas visiones del pensamiento en todos sus campos. Estoy apuntando a un trabajo coextensivo (en lo que hace a la ecología, la ciudadanía y la subjetividad que pueda otorgar nuevas armar de análisis para desequilibrar el pensamiento acomodado, haciéndonos ver lo que permaneció oculto en los modelos del saber instituido.
(…)
Estoy tratando de afirmar la ecociudadanía como un derecho al mañana, que no se presentaría como una respuesta súbita dada de una sola vez, ella resultaría de mil revoluciones moleculares del sistema de valores existenciales que se irían infiltrando en redes (rizomaticamente) por todo el tejido social y en el devenir de los deseos.
La ecociudadanía desarrollaría ideas y prácticas destinadas a inventar maneras cotidianas de ser, nuevas micro y macro maneras colectivas de vivir, buscaría formas de aceptación de la alteridad y los vínculos.
Nada de un modelo de sociedad lista para usar, sólo una eco-ética y una eco-estética cuyos objetivos tendrían que ver con la instalación de valores no derivados del lucro o el consumo. Una “patria existencial” que privilegiaría el sentimiento como productor de la realidad social, el sentimiento como interés colectivo.
La ecociudadanía del modo que yo la entiendo, trata de hacer transitar sus formas de ver el mundo desde los paradigmas cientificistas hacia las prácticas (los recorridos) éticos- estéticos. Un recorrido sin puertos seguros para arribar a una cartografía compuesta de referencias y flujos de sentido, intensidades afectivas, a partir de los cuales los individuos se posicionarían para tratar de manejar la potencialidad productiva de su subjetividad (en términos de singularidad).
(*) Extraído de "Por Quien Cantan las Sirenas"-LAW (1996)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario