(fragmento borrador e inconcluso impregnado de liviandades veraniegas...)
“Creo en la carne y en los apetitos, ver, oír, tocar... ¡Cuántos milagros! Y cada parte de mi ser es un milagro”. W. Whitman
En una noche de viernes de una sucesión de días mágicos, alguien que de esto sabe mucho dijo: “Vamos a recuperar el cuerpo que el derecho nos robó”.
Qué palabras! terminaba de escuchar una de las frases más movilizadoras de los últimos tiempos, pero no quiero hablar del ladrón, sino de su víctima, el cuerpo...
Cuerpo, ¿Donde estás?
¿Enmarañado en laberintos de conceptos? Ahí es bastante más cómodo.
Cuerpo? seguro que nos referiremos a “corpus” a etimología, a historia, a geografía, pero no, aquí no vale el origen de la palabra, ni el campo jurídico, ni el pueblo jesuítico ni la represa binacional, pero no, no, no, no pasa por ahí...
Simplemente cuerpo, sí, el mismo que siente, respira, sufre, vibra, percibe, teme, ama, ese que no miente y a veces a gritos reclama su atención.
Nos cuesta admitirlo, incorporarlo, tocarlo y celebrarlo; que decir de aproximarlo a otros para conexiones sin culpas. Imposible percibir sin el cuerpo, difícil comunicarse, pero acaso ¿no estamos en una gran sintonía y compartimos entre nosotros más de lo que pensamos?
Como dice el poeta Walt: "Me celebro y me canto a mí mismo; Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti, porque lo que yo tengo lo tienes tú y cada átomo de mi cuerpo te pertenece".
Ciudades sensibles? Las ciudades también tienen cuerpo y nos cuesta percibirlo... A través de planeamientos o desplaneamientos, se sigue usando la razón y como podrá verse no siempre de la mejor manera, derrochándose un inconmensurable potencial.
Busquemos, encontremos y activemos el corazón y el cuerpo de las ciudades. Un propósito demasiado ambicioso?
Veremos, pongámosle corazón a nuestro microespacios de relaciones interpersonales, consolidemos nuestros grupos, activemos, compartamos, trasformemos (nos) y…
LF
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