28 de septiembre de 2009

Manifiesto del surrealismo jurídico: trigésimo octava entrega

El surrealismo, como una comprensión carnavalizada del mundo, reintroduciría el valor de las ilusiones y metáforas desterradas por la hiper realidad de la posmodernidad. Es lo surreal contestando a lo hiper real, esto es, un mundo donde lo fantástico es solo una copia dorada de nuestro universo cotidiano. Lo surreal, por lo contrario, es siempre una fantasía trascendente, una fantasía que permite realizar nuestras utopías interiores.
Lo fantástico surrealista constituye eróticamente la realidad para transformar nuestra vida en una obra de arte. Los surrealistas no están fundamentalmente preocupados por la transformación del arte en acción o acontecimiento. Su principal objetivo es el de proporcionar un sentido poético a la vida cotidiana. La fusión surrealista entre el arte y la vida revela una preocupación por la vida y no una estrategia de revitalización del arte. Juntando al arte con la vida los surrealistas intentan enriquecer nuestras emociones y no la poesía. En ese sentido se encamina mi propuesta de la poesía con la intención de enriquecer poéticamente la vida de los alumnos.
A mi manera de ver, el surrealismo sirve a los procesos de afirmación de la autonomía, introduciendo una concepción de la razón que amplía, eróticamente, sus horizontes.
En el surrealismo los conceptos pierden su estatuto de abstracción y las representaciones, su estatuto imaginario. Los acontecimientos hacen vibrar a la razón. El concepto deja de ser globalizante en sí mismo, su significación varía en función de sus relaciones con la vida. Se trata de una razón aireada, expuesta al aire libre del mundo y de la acción comunicativa.
La razón surrealista no busca la producción de textos, en cuyo interior los sentidos se organicen, para provocar una construcción coherente y cerrada en si misma, una construcción que deja la impresión de que todo estará siempre bajo control. La razón surrealista no acepta que los sentidos residan en el interior de los textos. Para los surrealistas, los sentidos dependen también de la moral y de las pasiones. Ellos no pueden depender solo de una conceptualización instrumental. No podemos comprender la vida a través de conceptos insensibles.
Para relacionarse con los textos carnavalizados, el surrealista debe intentar encontrar el secreto de la lectura erótica: ella nos sumerge en la exaltadora vida del imaginario, para proporcionarnos las armas de la independencia.
La lectura erótica desvía los signos de su sentido acostumbrado, crea un universo de sentidos inesperados que sensibilizan nuestro espíritu para la percepción del nuevo. Toda idea nueva (inclusive las hipótesis científicas) es hija de la sorpresa, depende de una lectura erótica del mundo. En efecto, no puede surgir ninguna idea desconocida cuando se emplean los procedimientos habituales del pensamiento.
La historia no se hace por el conformismo. Ella depende de la creación de lo nuevo.
Es lamentable el modo en que la enseñanza tradicional deserotiza el mundo que muestra: la invariable limpidez de una forma esquelética hecha de símbolos unívocos y pretendidos valores universales. Es la alienación tomando cuenta de las palabras didácticas para amarrarlas con valores utilitarios y esperanzas de verificación. Estamos delante de un puro sentido ideológico en la medida en que sus significaciones se hacen verdaderas por estar limitadas por normas que les confieren, imaginariamente, el efecto de una referencia unívoca. El erotismo semiológico difiere de esa actitud porque construyó su significado transgrediendo todas las normas que limitan nuestras posibilidades expresivas. Se trata de transgresiones que poseen el don de multiplicar sentidos, colocando a disposición de los interlocutores un abanico fastuoso de interrogantes y alternativas.
Los textos unívocos provocan el efecto de un lenguaje naturalista que termina dejando el amargo sabor de un mundo vacío. Los textos carnavalizados o surrealistas, por el contrario, crean un clima vital, un devenir incesante de nuevos puntos de vista.
El mundo solo se transforma a partir de nuevas perspectivas significativas que van alterando lo que, culturalmente, se va instituyendo como realidad.

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