7 de julio de 2009

Manifiesto del surrealismo jurídico: décimo primera entrega

No se puede entender la propuesta surrealista sin valorar el permanente retorno de las ficciones osadas que la caracterizan de un modo vital. No debemos confundir las ficciones con lo real, con la realidad ficticia. La producción del saber no esta exenta de la necesidad de contar con sueños osados. Marx, Freud, Bachelard, Galileo, Einstein pasaron por la vida dando testimonio de eso. Particularmente me sorprenden los mecanismos de recuperación de la institución social que consiguieron, con bastante éxito, presentando una interpretación burocrática y extremadamente cautelosa de estas grandes osadías cognitivas. En las aulas universitarias no se muestra el impulso fantástico que lleva el pensamiento de esos sueños. Me gustaría detenerme un momento en Bachelard, ese magnifico surrealista. Existe un enorme silencio en los cursos universitarios en torno del mundo fantástico que envuelve la producción de su obra. Inclusive muchos partidarios de la mal llamada “Teoría Critica del Derecho” invocan a Bachelard, en sus trabajos y en sus aulas, sin una referencia a la concepción bachelardiana de la imaginación. Ningún crítico del derecho muestra la relación profunda que existe en el pensamiento de Bachelard, entre la propuesta de un racionalismo abierto y la capacidad de soñar. Este hecho puede parecer mucho más sorprendente por el compromiso de la Teoría Critica del Derecho con el materialismo dialéctico. Este último año puede ser adecuadamente entendido sin desafiar todas las maneras cartesianas de regir delante del espectáculo del mundo, lanzándose a cuerpo descubierto en lo maravilloso. Es importante observar el poco valor de una critica que no esta preocupada en transformar, de arriba para abajo, la sensibilidad cognitiva dominante. Bachelard llevo mucho en contra de todas estas cosas, los juristas que quieren usarlo para hablar del Derecho, no. La riqueza del pensamiento de Bachelard esta dada por la lectura surrealista que de el podemos hacer. Para pensar, en las perspectivas del surrealismo, en la enseñanza del Derecho, es preciso contar con docentes capaces de llevar adelante grandes osadías pedagógicas. Ellos tienen que mostrar que es posible crecer, encarar la aventura del saber, enfrentando, obstinadamente, una erudición que nos adormece. Lo importa es que la osadía no termine nunca. Así cada vez que la erudición triunfa sobre ella, como el rey de la Patagonia, debe resurgir en la derrota, inventando otra experiencia fantástica. Hace poco tiempo participe de un concurso universitario en la carrera de Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. La banca examinadora manifestó que no podía avalar mi propuesta pedagógica por ser muy innovadora, no habiéndose todavía verificado, académicamente, su eficacia. Un ejemplo de erudición intentando derrotar la osadía. La lógica es al mundo como la cabeza al cuerpo... Yo los perdono, los entiendo, pero necesito traicionarlos. Siento que tengo que saldar mis cuentas con todos los silencios, que hasta ahora me impuso, para conquistar la competencia de mi discurso. Ahora que lo tengo, lo lamento. Preciso traicionarlos para ayudar a que el hombre, como decía Breton, se pase con armas y equipajes para el lado del hombre. Por ende, ese pasaje tiene que ser con armas, equipajes y “bengala”. Nadie pasa por si mismo y contando para eso, únicamente, como las emociones. La afectividad no es arma suficiente. Es preciso contar con apoyo del saber. No me gustaría que mi empeño de denunciar las perversiones escondidas atrás de las verdades divinizadas lleven, a quien me esta leyendo, a pensar que estoy predicando la negación del conocimiento. El saber también ayuda, y mucho, a formar espíritus sensibles y delicados frente a la vida y a los otros. Existen muchos profesores y estudiantes que quieren cambiar las cosas. Mayo del 68 ya pasó. El individualismo que lo motivo también. Los profesores de media edad, como yo, extrañamos (inconcientemente) ese movimiento.

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