13 de octubre de 2010

Extractos


Surrealismo y conocimiento (II)


Por Luis Alberto Warat


Para relacionarse con los textos carnavalizados, el surrealista debe intentar encontrar el secreto de la lectura erótica: ella nos sumerge en la exaltadora vida del imaginario, para proporcionarnos las armas de la independencia.La lectura erótica desvía los signos de su sentido acostumbrado, crea un universo de sentidos inesperados que sensibilizan nuestro espíritu para la percepción del nuevo.

Toda idea nueva (inclusive las hipótesis científicas) es hija de la sorpresa, depende de una lectura erótica del mundo. En efecto, no puede surgir ninguna idea desconocida cuando se emplean los procedimientos habituales del pensamiento.La historia no se hace por el conformismo. Ella depende de la creación de lo nuevo.

Es lamentable el modo en que la enseñanza tradicional deserotiza el mundo que muestra: la invariable limpidez de una forma esquelética hecha de símbolos unívocos y pretendidos valores universales. Es la alienación tomando cuenta de las palabras didácticas para amarrarlas con valores utilitarios y esperanzas de verificación. Estamos delante de un puro sentido ideológico en la medida en que sus significaciones se hacen verdaderas por estar limitadas por normas que les confieren, imaginariamente, el efecto de una referencia unívoca.

El erotismo semiológico difiere de esa actitud porque construyó su significado transgrediendo todas las normas que limitan nuestras posibilidades expresivas. Se trata de transgresiones que poseen el don de multiplicar sentidos, colocando a disposición de los interlocutores un abanico fastuoso de interrogantes y alternativas.

Los textos unívocos provocan el efecto de un lenguaje naturalista que termina dejando el amargo sabor de un mundo vacío. Los textos carnavalizados o surrealistas, por el contrario, crean un clima vital, un devenir incesante de nuevos puntos de vista.El mundo solo se transforma a partir de nuevas perspectivas significativas que van alterando lo que, culturalmente, se va instituyendo como realidad.



(*) Extraído de “Manifestos para uma Ecología do Desejo”, Editora Acadêmica Brasil 1990 – Proximamente editado em Buenos Aires en version em Español


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